Cuando
le capturó su enemigo él estaba disfrutando de un paisaje incomparable pleno de
belleza y de color. Le transportaron en un cubículo oscuro sólo iluminado a
medias por unos agujeros que había en el techo.
Ahora,
tras encerrarle entre barrotes, su enemigo se presentaba cada día para llevarle
agua y alimentos pero rehusó comer y beber.
El
ruiseñor murió de tristeza a los pocos días pero, de alguna manera, volvió a
ser “libre”.
Bellisima entrada poeta.lleno de emocion
ResponderEliminarLa libertad añorada
un abrazo
Libertad !!!... se tenía que escribir con mayúsculas.
ResponderEliminarLos ruiseñores no pueden estar enjaulados, no me extraña que se fuera buscando
otra libertad.
Un abrazo