La noche
disolvía ya el ocaso
y los
tintes rojizos se esfumaban
dando
paso a la negrura más profunda
de una
noche sin luna, fría y sola.
En el
lecho tu dormir acompasado
marcaba
los relojes de tus sueños
y yo con
mi vigilia continuada
contemplaba
el reposo de tu cuerpo.
Es
verdad, vida mía que no puedo
apartarme
de ti, marcharme lejos,
pues tu
imán me atrapó y aquí me siento
feliz,
completo y para ti dispuesto.
Porque cuando encontramos a esa persona que es nuestro medio contrapunto, es difícil abandonar
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