Recuerdo aquella camiseta gris oscuro que no
supe jamás su procedencia, tal vez mi hermano Luis la trajo a nuestra casa,
pero lo cierto es que fue ponérmela y se adaptó a mi cuerpo como si fuera una
segunda piel de tal modo que no me la quitaba ni para dormir siquiera.
Lo mismo que llegó se fue de mis dominios pues
después de una ducha (no demasiado frecuente en aquellos tiempos de
adolescencia) nunca más supe de ella. Por más que busqué en todos los armarios
de la casa fueron intentos inútiles pues no apareció por ningún lado.
Un día, buscando un trapo para limpiar la
varilla del aceite del coche de mi padre, encontré en el maletero uno que
sospechosamente tenía el mismo color de mi añorada camiseta.
seguro que fue tu madre... mi madre es experta en hacer trapos con camisetas viejas, precisamente las que más me gustan a mi para dormir...
ResponderEliminarbesos.
'Fijo! Yo aún no le perdono a mi madre que hiciese jirones una del festival "Velón Rock". ¡Me cago en la leche!
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