Si
este hubiera sido un relato erótico, ahora sería el momento de hacer una
descripción pormenorizada de todo lo que sucedió en el almacén de la peluquería
de Petra y más concretamente en el sofá tapizado de cretona donde habitualmente
ella dormía la siesta para no tener que ir a su casa al mediodía.
También
habría que describir los escarceos, los acercamientos y las casi-retiradas que
se fueron sucediendo a lo largo de la noche y que terminaron con Petra
desmadejada sobre el sofá y yo tirado por los suelos como un guiñapo después de
aquella velada tumultuosa en la que la fogosidad de ambos fue el hilo conductor
de una relación apasionada y, por así decirlo, extremadamente lujuriosa donde
todo tuvo cabida.
En
definitiva, no creo que sea elegante contar con pelos y señales lo que allí
sucedió, así que será mejor dejarlo ahí y no dar más explicaciones que sólo
colaborarían a crear una situación por demás embarazosa y que no redundaría en
beneficio de nadie.
Resumiendo:
Lo que sucedió aquella noche fue el súmmum de la satisfacción de una libido que
había sido reprimida a lo largo de toda una vida.
No
hace falta explicar que, desde aquella noche, Petra me abrió de par en par las
puertas de su corazón y, al cabo de dos meses justos, nos casamos en privado y
sólo invitamos a la exigua familia que teníamos pues la cosa era importante
para nosotros y no teníamos ganas de dar explicaciones a nadie.
Nos
fuimos a vivir al antiguo piso de mi madre y allí nos dedicábamos a retozar
como potrillos en la inmensa cama del colchón visco-elástico que por fin pude
estrenar como había deseado durante tanto tiempo.
Mi
vida con Petra era maravillosa pero…, siempre hay algún pero, ya se sabe que
todo en esta vida tiene un final y nuestro idilio también lo tuvo y de una manera
traumática… sobre todo para Petra que murió o, para ser más elegante, falleció
sepultada en la peluquería cuando un terremoto derribó el edificio donde se
encontraba.
Aquello
fue tan fuerte que estuve a punto de morirme del disgusto y, como no, de la pena,
pero poco a poco me fui recuperando hasta ser capaz de volver a un ritmo de
vida normal.
no me esperabas el final!
ResponderEliminardeberías haberle dado a Petra una muerte más digna a la altura del relato...
besos