El barro,
que es de la tierra,
pasa a
ser nuestro aliado
cuando,
después de amasarlo,
hacemos
con él cacharros
que viven
con nuestra vida
aunque
sea como adornos
y antes
fueron instrumentos
que nos
fueron cotidianos.
Tú fuiste,
Antonio, tú fuiste
el
artífice que antaño
nos
enseñó a mucha gente
cómo
querer a ese barro
que ha
sido tu vida toda,
aunque
dejaste un espacio
para ser
el “practicante”
que
atendió a los palmeños
poniéndoles
inyecciones
sin
asustar a los niños
pues las
ponía “sin agujas”
o ellos así lo pensaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario