viernes, 14 de septiembre de 2012

La metamorfosis



Por no tener, no tenía ni ganas de cantar. Poco a poco se había quedado sola en aquel bosque que comenzaba a perder el verde follaje, los árboles amarilleaban y las hojas, como si fueran gotas de lluvia, iban cayendo cadenciosamente. El sol de finales de octubre no calentaba ya como había sido habitual a lo largo del verano. Los amaneceres se iban retrasando cada día al par que se adelantaban los ocasos. Hasta la algarabía de los pájaros casi se había perdido por completo y sólo algún que otro gorrión se atrevía a piar buscando a sus congéneres. La cosa, verdaderamente, se estaba poniendo bastante cuesta arriba para ella aunque no estaba dispuesta a rendirse. Pensó y pensó, buscó en las profundidades de su cerebro tratando de encontrar alguna experiencia anterior que pudiera servirle para solucionar su problema y, cuando estaba a punto de arrojar la toalla, todo se le iluminó de pronto. ¿Cómo no se había acordado antes? La solución estaba en la metamorfosis, estaba clarísimo que para poder pasar el invierno sin penurias tendría que transformarse en hormiga.

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