Para
qué huir de ella. La casualidad a veces te persigue y no entiendes el por qué
pero no puedes evitarlo, te escondas donde te escondas, ella sabrá siempre cómo
encontrarte.
Si tú no me hubieras descubierto aquella tarde
entre los matojos de la cuneta, nunca nos habríamos conocido. Fue providencial
que decidieras hacer un pis en el mismo lugar donde yo me había salido de la
carretera cuando reventó la rueda delantera de mi bicicleta.
Ahora,
al cabo de dos semanas del suceso, me encuentro en casa con una pierna y un
brazo escayolados y unas ganas enormes de que lleguen las siete de la tarde y
suene el timbre de la puerta.
Tal vez hoy quieras hacer de nuevo un pis…
en mi inodoro.
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