viernes, 1 de noviembre de 2013

Noche de Difuntos



Parecía imposible pero le había sucedido a él que tanto dudaba de algunas situaciones descritas por sus amigos y amigas tildándoles de exagerados o de poseer una imaginación calenturienta.
Se había quedado dormido detrás del último conjunto de nichos del cementerio y habían cerrado las puertas cuando se  acabó el horario de visitas.
Al despertar comprendió que todo era una broma pesada de su pandilla de amigos con los que había ido al camposanto para colocar una grabadora junto a los últimos enterramientos para tratar de captar psicofonías que luego pensaban colgar en Internet.
Se acercó a la reja de la puerta principal y comprobó que era imposible saltarla puesto que la cancela cubría totalmente el arco de entrada. Fue inspeccionando una a una las puertas laterales pero todas eran metálicas y estaban perfectamente cerradas con llave. Desde luego es imposible escapar de aquí, pensó, pero ¿quién se va a escapar de un cementerio si todos los inquilinos están muertos?
Volvió a la entrada principal y pensó en gritar para pedir ayuda pero las últimas casas del pueblo estaban demasiado lejos para que nadie pudiera escuchar sus gritos. Su preocupación iba en aumento a medida que pasaba el tiempo. Zamarreó la cancela para ver si cedía e intentar abrir una rendija suficiente para escurrirse por ella, al fin y al cabo estaba bastante delgado, pero la cadena que rodeaba los marcos de la reja estaba colocada de tal manera que no era posible abrirse paso.
Escuchó un siseo a su espalda que le heló la sangre en las venas y le dejó como petrificado sin poderse dar la vuelta y un grito terrorífico se escapó de su garganta cuando sintió que le tocaban en el hombro.
Tranquilo, muchacho, que soy el guarda, déjame que te abra la puerta… Siempre hay algún idiota que se queda encerrado en el cementerio la víspera de los Difuntos.

1 comentario:

  1. buenisima tu historia
    me imagino si me hubiera pasado a mi
    se me pone la piel de gallina
    besos

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