Le avisaron por el interfono que
acababan de abrir las puertas. Se le vino el estómago a la boca. Trató de
calmarse pensando que, tal vez, no viniera nadie, pero sabía que era un
pensamiento absurdo puesto que se habían vendido todas las entradas. Miró por
el pequeño descosido del telón y su pulso se aceleró hasta lo inimaginable: la
gente entraba atropelladamente para poder elegir un buen sitio pues las
localidades no eran numeradas.
En el
patio de butacas no cabía un alfiler y la platea estaba a punto de llenarse por
completo. Estaba perdido sin remedio posible. La angustia le atenazaba la
garganta y luchó por tragar saliva para que la voz no le fallase al dirigirse
al público que abarrotaba ya la sala.
Al fin
y al cabo no tenía más remedio que salir a escena y explicarles que lo del
recital de Julio Iglesias sólo era una burda mentira.
jajajaja.... lo que daría yo por ver esas caras!!
ResponderEliminarMe parece que mas que "miedo escénico", el miedo es a la escena que le van a montar.
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