jueves, 11 de diciembre de 2014

Tu espalda



Tu espalda era mi anhelo,
también tu rostro y tus labios,
tus manos y tú toda.
Te contemplé extasiado
era tan exultante tu belleza
y estabas tan tranquila.
Me acurruqué a tu lado
y acaricié tu espalda.
Estabas serena, parecías dormida,
no quería que te sobresaltaras.
Era tal tu quietud
que no quería interrumpir tu sueño
con palabras que no eran necesarias,
con un gesto quizás inoportuno,
con el latir acelerado
de mi pecho que ansiaba tu cariño.

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