Las
cosas que se hacen con demasiada frecuencia pueden terminar convirtiéndose en
vicios de los que luego es prácticamente imposible liberarse, por eso Salomón
Piernagorda había dejado de alimentarse hacía ya una semana para quitarse del
vicio de la comida. Su peso había disminuido alarmantemente puesto que eran ya
15 los kilos que habían volado de su cuerpo en ese lapso de tiempo.
En los
meses anteriores se había librado ya de otros vicios como el de trabajar y el
de acostarse con su mujer. De ella se divorció y mandó a su jefe a la mierda
para evitar el trabajo en lo sucesivo.
Tenía
pensado que, cuando acabase con el vicio de la comida, empezaría a eliminar el
de pagar la hipoteca pues, si lo conseguía, sería el ser más feliz del mundo y
podría sentirse libre como el viento…
─ ¿Se
puede saber en qué estás pensando? ─ Dijo ella
─ No,
nada,… son tonterías mías.
─ No me
extraña, porque tenías una cara de tonto… Lo mejor que puedes hacer es
acostarte sin cenar en el dormitorio de invitados y te arropas bien para que se
te quite la gripe que llevas ya una semana de baja.
Jajajajaja. Divertidísimo. Me ha encantado. Sostenido hasta el final y al llegar al fin, plafff! ducha de agua helada. Genial. Besos
ResponderEliminarViniendo de ti, la felicitación me sabe el doble de bien. Besos.
Eliminar