Había invitado a su fiesta sólo a las niñas guapas y
a los hermanos que se las presentaban, pero cuando llegó la hora prevista para
el evento, no se presentó nadie.
Esperó un tiempo prudencial y, como la cosa no
funcionaba, telefoneó uno a uno a los hermanos pero ninguno contestó a su
llamada. Pensó en llamarlas a ellas pero recapacitó y no lo hizo optando por
una solución alternativa:
Se puso la ropa de camuflaje, cogió el kalashnikov y dos cananas llenas de munición y salió
zumbando a lomos de su motocicleta.
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