Tengo
tiempo de sobra, pensó mientras seguía con la mirada fija en el camino por donde
ella había desaparecido hacía ya bastantes minutos arropada por la oscuridad de
la noche.
Tuvo
una premonición pero la ahuyentó de su mente
sin miramientos, como quien arroja algo inservible al cubo de la basura.
En un
arranque de insensatez absoluta hizo aquello que podría significar su
destrucción irremediable: salió corriendo como una exhalación tras los pasos de
ella gritando su nombre hasta desgañitarse, pero ya era mucha la distancia que
los separaba y no podía oírle.
Entonces
fue cuando comprendió lo estúpido de su proceder, la leve claridad que se
vislumbraba hacia Levante era como la espada de Damocles que se dejaría caer
sobre su vampírica existencia y le convertiría en un montón de cenizas.
¿Esperanzas desvanecidas?... Como la vida misma. Un besito.
ResponderEliminarEso es lo que le pasa a la gente que lo dá todo. Es una pena.
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