Su corazón latía como el galope de un
caballo desbocado. Su mirada se paseaba frenéticamente sobre el tablero lleno
de números sin saber qué hacer. Al fin tomo una decisión y la soltó. Intentó
cambiarla de lugar pero no pudo: “Ne va plus”.
Siguió
un silencio sólo roto por el zumbido de la bolita al desplazarse que terminó en
una serie de rebotes: “El trece, negro, impar y falta”.
Casi estuvo a punto de gritar pero de
rabia: sólo se había jugado una ficha de cien euros.
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