Hoy hemos descongelado el frigorífico
de la cochera (que fue de mi madre y aún funciona perfectamente al cabo de más
de treinta años) y me acordé de la nevera que había en mi casa cuando era
pequeño y no se habían comercializado los frigoríficos.
Era de madera recubierta de chapa
galvanizada y pintada de color blanco. Tenía una puerta frontal y otra en la
parte superior para introducir allí el bloque de hielo que nos traían todos los
días. En ese receptáculo del hielo había un serpentín y un depósito para
llenarlo de agua que luego salía por un grifo situado en la parte frontal por
encima de la puerta y así disponer de agua fresquita aunque yo prefería la del
botijo que no estaba tan fría.
Todos los días y al grito de “La
nieve”, el repartidor voceaba para que los vecinos abriéramos las puertas y así
no perder tiempo para que no se “derritiera” el hielo.
Vas a disculpar mi ignorancia y curiosidad, dónde pasaste esa infancia tuya?
ResponderEliminarEn Córdoba, guapa, ¿de verdad que no lo sabías? Un beso.
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