Sueñan las
madreselvas
entre los chopos de
la alameda
mientras que las
adelfas
besan las aguas del
ya menguado arroyo
y las ranas
comienzan
su croar
vespertino.
Los rabilargos
vuelven
con su vuelo
pausado
a buscar sus
cobijos entre la fronda amiga
y entona el cuco un
canto
con monótona voz
anunciando la noche
pues la tarde agoniza.
dulces y maravillosas noches de verano que recordar en el triste invierno
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