Como su corazón,
esa esfinge de
piedra,
se deshace en el
tiempo
esperando no sé
de verdad lo que
espera,
aunque mucho me
temo
que nunca lo sabré
pues su boca
cerrada
nunca dijo palabra
que pudiera
orientar
mi búsqueda
obsesiva
por saber de su
amor
por saber de su
vida.
Nunca supe quién
es,
nunca supe su
nombre,
jamás me contestó
por más que
preguntara…
Tampoco me miró.
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