Pero no vayáis a pensar
que la cosa quedó así, ni mucho menos, lo que sí pasó es que me
cambié de panadería para no ver a la panadera por si se reía de mí
y comencé a comprar el pan en el supermercado de la otra calle con
lo cual me perdí dos cosas: la panadera que, dicho sea de paso,
estaba de muy buen ver y el pan que ahora era mucho peor que el de
antes pero todo sea por el cambio que se operó en mi vida que fue
bastante importante.
En primer lugar renové
el dormitorio que había sido de mi madre y lo convertí, por así
decirlo, en un dormitorio-cama o en una cama-dormitorio que para el
caso es lo mismo ya que puse una cama inmensa, que sólo dejaba un
espacio de medio metro a su alrededor, con un colchón viscoelástico
de última generación que me costaron un ojo de la cara y que decidí
estrenar a la primera oportunidad que se presentase.
Como quiera que la cama
era tan grande, la puerta del dormitorio se quedó abierta a
perpetuidad, es decir, no había forma humana de cerrarla por falta
de espacio y yo, cada vez que pasaba por delante de la habitación la
veía allí perfectamente preparada pero sin estrenar, con lo que mis
ganas de “hacerlo” se incrementaban de manera exponencial aunque
no dejaba de repetirme que “aquello” estaba cada vez más próximo
en el tiempo y así conseguía, a duras penas, consolarme.
Para intentar acelerar la
operación estreno de la cama comencé a encargar las pizzas a un
local que tenía chicas para las entregas a domicilio pero por más
sonrisas que repartí entre ellas (y fueron bastantes porque llegué
a pedir hasta cuatro pizzas al día) no hubo manera de que sucediese
lo que había visto en una peli porno que alquilé en el videoclub y
es que los argumentos del cine para adultos son, además de malos,
exageradísimos, llegó el momento que las chicas, hartas de ver mi
sonrisa y mis ojos de carnero degollado, ya ni siquiera se quitaban
el casco para salir volando en cuanto les pagaba el pedido.
¿No existen las puertas corredizas en tu país?
ResponderEliminarImagino que con tanta harina habrás formado una amplia barriga...
Saludos,
J.
Mmmm muy existencial el relato...interesante...muy a la Camus
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