Viven en el mismo bloque de viviendas, pero, si alguna
vez han coincidido en el ascensor, ni siquiera se saludan y no es que estén
enfadados, no, es que no se conocen, vamos que se ignoran mutuamente.
Lo más curioso es que son parroquianos del mismo bar y
allí, donde la relación entre los asistentes suele ser más fácil, ellos ocupan
mesas contiguas y se sitúan “espalda contra espalda”, es decir, sin mirarse
siquiera. Don Nicolás siempre pide cerveza y vino tinto de Rioja y don José vino
fino de Moriles. Don Nicolás mira la televisión porque el televisor le queda
frente a él y don José lee su periódico (el del bar no lo lee para no
compartirlo con su vecino) y cuando hay partido de futbol, se da la vuelta para
verlo por la tele pero siempre comenta las jugadas del equipo contrario al que
defiende don Nicolás.
Únicamente hay un
asunto en el que, aunque ellos no lo saben, están totalmente de acuerdo: votan
al mismo partido político.
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