En medio
de la espesa
negrura
de la noche
se
encienden poco a poco
más de un
millón de estrellas
que
inician rutilantes
su ballet
nocturnal
regido
por la música
del
sepulcral silencio
que lo
preside todo,
que lo
ensordece todo
con esa
machacona
ausencia
de sonidos.
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