Se
recortan los montes a lo lejos,
el trigal
se despeña a nuestros pies
hasta el
río que dibuja sobre el verde
sinuosos
meandros plateados
bordeados
de álamos y alisos
que
persiguen su camino sin final.
La mañana
levanta soñolienta
despertando
el paisaje con su sol,
primavera
cercana a su verano
que se
acerca implacable sin remedio
a dorar
las espigas de los trigos,
a secar
sin remedio aquella mies.
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