Eran apenas las tres de la madrugada y la lluvia mojaba
lentamente las calles de la ciudad. El individuo caminaba con paso incierto
persiguiendo al perro que sujetaba con una correa. El animal, de cuando en
cuando, dejaba de tirar como para dar un respiro a su amo que parecía no estar
en muy buenas condiciones como para pasear a aquel mastín que parecía más
pesado que el hombre.
Había estado de fiesta con los amigos y, al llegar a su
casa un tanto “privado” se encontró que su perro demandaba el paseo nocturno al
que estaba acostumbrado.
Poco a poco la lluvia fue arreciando hasta que, de
pronto, el nivel del agua que corría por la calle aumentó de forma increíble:
en menos de cinco minutos tenía el agua por las rodillas y el mastín comenzó a
ponerse nervioso.
Un contenedor de basuras le pasó rozando y estuvo a punto
de perder el precario equilibrio que tenía. El agua ya le llegaba hasta la
cintura y el perro comenzó a nadar arrastrando a su dueño hacia el portal de la
casa donde vivían. Cuando llegaron a la cancela, se agarró con la mano que
tenía libre y llamó al portero automático como pudo…
Despertó de golpe con el zumbido del despertador y el
perro estaba allí, … a los pies de la cama.
Que terrible Dana. Devastador.
ResponderEliminarBesos.
yo por eso prefiero los gatos, son más limpios e independientes
ResponderEliminarbesos