sábado, 21 de septiembre de 2019

La última cena


Se puso en pie y, con parsimonia, recogió la mesa. Puso los platos en el lavavajillas y fregó a mano la copa de cristal que había utilizado para la cerveza: no quería que se rompiese en el lavaplatos pues era de un vidrio finísimo. Luego la secó bien con un paño blanco y la miró al trasluz para observar si estaba perfectamente limpia. No le gustaba meter los vasos y copas en la máquina porque el abrillantador les daba un sabor extraño que se notaba al utilizarlos de nuevo.
Fue al dormitorio y, con la misma lentitud, se desnudó y dobló la ropa antes de colocarla encima de una silla. Pasó al baño y se limpió los dientes con minuciosidad pero sin prisas.
Miró el reloj de la mesita de noche y se tumbó en la cama boca arriba y con las manos cruzadas sobre el pecho y pensó que, cuando las pastillas hicieran su efecto mortífero, le encontrarían en una actitud relajada durmiendo el sueño eterno.

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