Sin ruído
despacio y sin ruído,
como si te tuvieras que esconder de alguien,
como si lo que ibas a hacer
fuese pecado.
Así llegaste,
despacio y sin ruído,
tan sigilosamente
que ni tú misma llegaste a presentir
que habías llegado.
¡Sé bienvenida, hermana Primavera!
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