Hace unos meses me referí al temor que mi padre tenía a esta funesta (según él) fecha que se repite de cuando en cuando en el calendario.
Con el año que llevamos a cuestas los españolitos (las españolitas también) no creo que nos importe mucho que haya o no martes y trece porque la mala suerte no va a venir a visitarnos en este día, por el contrario, la mala suerte la tenemos conviviendo con nosotros y nosotras desde hace un tiempo y, sobre todo, desde este otoño maldito que comenzó con la caída de precios de la naranja y desembocó en este invierno nefasto en el que las heladas acabaron con las pocas esperanzas que las personas trabajadoras tenían.
Pero como dijo algún inconsciente, “al mal tiempo buena cara porque no hay mal que cien años dure”. Esperemos que este mal sea mucho menos duradero y que hasta los martes y trece sean días de prosperidad que buena falta nos hacen.
Que la paz y el futuro sean con todos vosotros (y con vosotras también)
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