Llevaba
ya varios días en aquél apartamento y no se había atrevido aún a salir a la
calle. De todas formas era improbable que alguien le reconociese porque su
aspecto actual distaba mucho de parecerse al que tenía tan sólo unos meses antes
cuando se presentó voluntariamente en la comisaría de policía para testificar en
un juicio por asesinato contra aquella pandilla de maleantes que tenían
aterrorizado al barrio.
Había
exigido un cambio de identidad total para que después del juicio no pudieran
reconocerle. Se había sometido a una operación de cirugía estética para que le
cambiaran totalmente su fisonomía, incluso le habían hecho un trasplante de
cabello para ocultar su calvicie y, mediante una operación de alargamiento de
huesos, había crecido cinco centímetros, era pues prácticamente imposible que
nadie le relacionara con su vida anterior. Los policías que estuvieron con él
antes de su cambio de aspecto no le habían visto después y el médico era otro
testigo protegido que no hablaría del caso a nadie. Sus datos personales habían
sido totalmente modificados y se había mudado de ciudad a más de dos mil
kilómetros de distancia.
Ahora
sólo le quedaba conocer gente y buscar un trabajo para integrarse totalmente en
su recién estrenada vida.
Decidió
salir a pasear por el parque que había frente al edificio de apartamentos y
tomar un café en algún bar cercano. Debía hacerse visible para que las personas
de su nuevo barrio le conociesen.
Bajó en
el ascensor y llegó hasta la calle sin encontrarse con ningún vecino. Cuando,
tras cruzar la calle, se internó en el parque se dio cuenta de que la gente que
se encontraba en su camino le miraba con cara de sorpresa y apretaba el paso
para distanciarse de él. Pensó que, al ser una ciudad pequeña, las personas eran
bastante desconfiadas ante un desconocido y por esa razón evitaban estar en su
cercanía.
-
Bueno, - pensó – con el tiempo se irán acostumbrando a mi presencia e incluso
haré amigos.
Atravesó
el parque y se acercó a un kiosco de prensa para comprar el periódico.
El
kiosquero le miró como si hubiera visto un monstruo, le dio el periódico que
pedía y se dispuso a cerrar su establecimiento a la carrera.
La
actitud del individuo le preocupó pero siguió su camino para volver a su piso
sin detenerse a tomar café como fue su intención primera, ya le habían pasado
bastantes cosas raras a lo largo del corto paseo.
Tomó el
ascensor y entró en el apartamento dispuesto a leerse el periódico para tratar
de encontrar alguna oferta de trabajo. Se arrellanó en uno de los sillones del
salón y abrió el diario…
- No,…
aquello no podía ser… Aquello era totalmente imposible – se dijo para sus
adentros.
Su
fotografía aparecía a toda página y al pie podía leerse con letras de buen
tamaño:
Este es el “Asesino del Parque”, cualquier
persona que lo identifique debe llamar rápidamente al teléfono de la policía…
No le
dio tiempo a terminar de leer siquiera porque sonaron unos enérgicos golpes en
la puerta y una voz imperiosa dijo:
- Abra
a la policía y no intente escapar porque está rodeado.
¡Magnífico relato!
ResponderEliminar¡Gracias!, me alegro que te haya gustado.¿Nos veremos el domingo en casa de PLora?
ResponderEliminarAllí nos vemos!
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