domingo, 25 de noviembre de 2012

Sin comentarios



No sabía el porqué de que le llamaran así, de todas formas no había sido consciente de este hecho hasta el día anterior porque nunca antes se había sentido atraído de esa manera por una persona y es que ahora sentía esa atracción como la fuerza de un potente imán que le obligaba a acercarse a ella de forma inexorable y, aunque había intentado rebelarse y no acudir a su lado, sólo había logrado tener un estado de frustración aún mayor cuando veía lo inútil de su intento.
Antes, cuando todo lo veía a través del cristal del escaparate, todo era mucho más tranquilo, más sosegado, pero desde ayer los acontecimientos se habían precipitado a tal velocidad que no era capaz de comprender la nueva situación…
− ¡Ven aquí, Sultán! ¡Ven con mamá! ¡Toma una chuchería!

¡Qué vida tan perra!

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