Escuchó
un ruido de chapoteo procedente del exterior. Una sombra pasó furtivamente
recortándose en la lona de la tienda de campaña cuando el relámpago iluminó la
escena como si de un gigantesco flash se tratase, el horrísono trueno que
siguió casi a continuación les hizo comprender que la tormenta estaba
completamente encima. La sombra se hizo persona cuando la muchacha entró en la
tienda empapada hasta los huesos y cayó al suelo como si fuese un saco de
patatas. Los dos se levantaron al unísono impulsados por un invisible resorte y
se acercaron a la chica que, exánime, permanecía en el suelo.
─ ¿La
conoces? ─ Preguntó Gloria a bocajarro.
─ ¿Y
por qué habría de conocerla? ─ Se defendió Javier ─ No la he visto en mi vida.
─ Pues
me pareció que quería decirte algo antes de desmayarse ─ apuntó la mujer.
─ ¿Es
que piensas que todas las mujeres que me miran se han acostado conmigo? ─ comentó él irónicamente.
─ No
seas fanfarrón, querido, ni eres tan guapo ni yo soy tan celosa. Ayúdame para
ponerla encima de alguna de las colchonetas.
─ Con
lo mojada que está va a coger una pulmonía, habrá que cambiarle la ropa y
calentarla.
─ Pues
manos a la obra y… cuidadito donde pones las manos, ¿eh? ─ advirtió ella medio
en serio medio en broma.
─ Si quieres
me pongo guantes.
─ No
hace falta y déjate de tonterías que esta chica está tiritando.
En unos
minutos le habían cambiado la ropa a la desconocida y, una vez metida dentro de
un saco de dormir, se acurrucaron uno a cada lado de ella para darle calor.
El
cansancio de la caminata del día anterior les rindió y no tardaron en quedarse
completamente dormidos. Al despertar se quedaron sorprendidos porque su
visitante nocturna había desaparecido al igual que la tormenta. La mañana lucía
radiante con un sol que calentaba avisando que la lluvia sólo había sido una visitante
esporádica en medio del tórrido verano.
─
¡Vaya! Se ha largado la muy… desagradecida ─ exclamó ella.
─
Lástima ─ dijo Javier en voz muy baja y esbozó una mueca que quería ser una
sonrisa triste.
Javier
y Gloria no comentaron más el incidente de la noche anterior pero cada cual
escondió en su interior la fantasía de haber podido tener su primer trío.
Le leo y releo y siempre me dezpizta Ud, al final una le salio carnibora, otra lersbiana y esta inbisible. Mi teniente que mar se lleba Usted con las mugeres.
ResponderEliminarGómez, es que Vd. no puede imaginarse lo rarísimas que son.
Eliminar