Desde
el 23 de abril hasta el 28 hemos visitado Paris, la ciudad de la luz. La verdad
es que Paris tiene una luz especial incluso en días nublados, pero sobre todo
lo que más me impactó en mi primera visita y ahora se ha confirmado es su
personalidad arquitectónica. La grandiosidad de los edificios parisinos
adornados con estatuas y otras decoraciones de latón (que no de oro) es
evidente y te transporta a los tiempos posteriores a la Revolución que debieron
ser un remedo corregido y aumentado de la época del Rey Sol. En Paris todo es
grande: el Louvre, la Torre Eiffel, la Ópera, el Arco del Triunfo, los Campos
Eliseos,…
Es la
Capital del país de la “Libertad, Igualdad y Fraternidad” pero, tal vez no lo
sea ya tanto. Nuestra llegada coincidió con la manifestación (en Francia
también hay manifestaciones) contra la “Ley del Matrimonio para todos” que
acababa de aprobarse y la correspondiente carga policial (en Francia también
zurra la badana la policía). En las noticias que seguí por la tele durante la
semana pude observar un cierto giro hacia la derecha en los medios de
comunicación y en la opinión de los ciudadanos que luego se ha confirmado con
el aumento de popularidad de la Señora Le Pen del que se han hecho eco los
periódicos de media Europa.
Creo
que mi admiración por la monumentalidad de París seguirá indemne pero la que
tenía por el lema del país vecino se me ha roto en mil pedazos.
Adoro París...
ResponderEliminarNo he presenciado nada, pero por lo que dices, las cosas van cambiando. Una pena.
Saludos.