Como muchas tardes, estoy totalmente embotado,
no se me ocurre nada interesante que escribir y es que la inspiración, de
cuando en cuando, se va de vacaciones o se esconde en quién sabe qué recovecos
de mi persona pero no soy capaz de encontrarla, eso sí, cuando me encuentro con
ella, el resultado suele ser de lo más fructífero y las ideas fluyen a mi
cerebro con la fuerza de un manantial y la claridad de un amanecer radiante.
Pero creo que hoy no es el caso y tendré que improvisar un relato estúpido e
insulso que luego no me gustará y me entrarán unas ganas enormes de borrarlo:
Érase una vez un pobre escritor que
estaba en blanco y no se encontraba en condiciones de contar nada a sus
lectores. Se armó de paciencia y decidió esperar a que la inspiración se
mostrase como siempre, es decir, de una manera sorprendente e inesperada pero
el tiempo pasaba y la dichosa inspiración no aparecía por ninguna parte.
Decidió llamarla por teléfono pero su número no estaba en la guía ni en ningún
espacio de Internet así que salió al balcón y la llamó voz en grito hasta
quedarse totalmente afónico. No paró ahí la cosa sino que fabricó un gran
cartel de vivos colores y lo mostró a los cuatro vientos con la esperanza de
que atrajera la atención de su esquiva y otrora asidua compañera con el mismo
poco éxito de antes.
Comenzó a presentir algo que no quería
creer: la inspiración se había vuelto sorda y, tal vez, ciega también.
para estar en sequía te veo muy inspirado
ResponderEliminarEs que tenía "fondo de armario"
EliminarEscribir, escribir y escribir. Ya saldrá algo. A veces ni siquiera nos gusta a nosotros lo que aparece pero... ¡al menos escribimos! Y eso, a mi al menos, me da media vida.
ResponderEliminarA mí me pasa exactamente lo mismo. Un saludo.
EliminarNunca la poesía en ti
ResponderEliminarqueda en blanco se toma
un descanso para luego fluir
y dar estos resultados..
Bello te dejo un besito.