─ Vale, vale, que ya le he visto. (¡Qué bruta es esta
Lolita! Un poco más y me rompe una costilla a base de codazos).
─ ¡Hola, Elenita!, ¿puedo preguntarte algo…?
─ Yo me voy que me he dejado un libro en la clase,
hasta luego, Elenita, ya me contarás…
─ Hasta luego, Lolita, ¿si quieres te espero?
─ No, no, tú a lo tuyo…
─ Bueno, Manolito, ¿qué querías preguntarme?
─ La verdad es que me da un poco de corte…
─ No te cortes, que yo soy toda oídos y te escucharé
pacientemente todo lo que tengas que decirme… (Si me viera mi madre).
─ Verás… no es nada importante… bueno puede que lo
sea… al menos para mí… pero es que no sé cómo decírtelo…
─ Pues arráncate ya que me estoy poniendo de los
nervios…
─ Bueno pues allá va, me tiraré a la piscina de cabeza:
¿Me puedes decir cómo se llama esa niña pelirroja que estaba ayer hablando
contigo en la puerta de tu casa?
─ ¿¿Esa niña horrible con el pelo que parece estopa??
─ Bueno, yo no la veo tan horrible…
─ ¡¡Tú es que eres tonto de remate!! Adiós, Manolito,
hasta nunca… (los niños son idiotas de nacimiento).
Cómo decía aquella famosa sevillana: "a veces, muchas veces, más de cuatro veces; todas las cosas no son como pareeecen". Las niñas no ven a las niñas como las vemos los niños.
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