Ese azul impoluto
que llena nuestros cielos
y ese sol de
justicia que reina a mediodía
son señal verdadera
de pertinaz sequía
que habita entre
nosotros sin pensar en marcharse.
Pronto quizás los
vientos nos sean más propicios
y nos traigan las
lluvias que tanto deseamos
porque la piel
reseca que muestran nuestros campos
necesita esas aguas
para poder vivir y que todos vivamos.
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