Como las hojas nacientes del almendro
esconden sus flores más tempranas,
mi amor está encerrado con cerrojos
allá en lo más profundo de mi ser.
Soñando con tu amor y tus caricias,
penando por tener tu indiferencia
pegada como una segunda piel
que quiero ya arrancar aunque me duela
para mostrarme a ti sin abalorios,
para llamarte a gritos si es preciso
y ser tu amante y siervo de una vez.
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