Entre los recuerdos de mi niñez están los
“sansones”. Ese era el nombre con que la chiquillería designábamos a los
tapones metálicos de las botellas de bebida (en otros lugares como Madrid les
llamaban “chapas”).
Hacíamos colecciones, los usábamos para jugar
a hacer carreras con ellos sobre el bordillo de la acera e incluso los
forrábamos y hacíamos equipos de futbol para jugar con un botón a modo de
pelota.
El recuerdo de los “sansones” me ha traído
otro que es el de las fábricas de gaseosa que había en Córdoba en aquellos
tiempos y eran nada menos que cuatro: La Arruzafa, La Constancia, El Marrubial
y Pijuán que llevaba como lema “La fama cordobesa”. Todas ellas, más pronto o
más tarde sucumbieron al poderío de La Casera que, al igual que la Coca-Cola
con la zarzaparrilla, acabó borrándolas del mapa.
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