Lautaro no sabía que su nombre significaba
“Pájaro veloz” y, quizás por eso, nunca se daba mucha prisa para hacer nada y
eso exasperaba a todos los que, de alguna manera, tenían relación con él.
Lo malo era que, además de hacer su trabajo
con una lentitud irritante, nunca le salía nada bien y eso era ya el colmo de
los colmos: Una vez tardó tanto en hacer la masa del pan que cuando fue a
cocerlo ya se había enfriado el horno y su jefe estuvo a punto de meterle de
cabeza en el idem.
Pero como siempre hay una excepción que
confirma la regla, Lautaro se daba una prisa enorme a la hora de gastarse el
dinero de su paga de tal manera que cuando llegaba a su casa ya no tenía ni un
céntimo en el bolsillo y eso también desesperaba a su mujer.
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