Maullidos
quejumbrosos
de los gatos en
celo
que rasgan el
silencio
de la noche
estival.
Están en los
recuerdos
de mi tierna niñez
cuando estaba en el
campo
y miraba los cielos
tachonados de
estrellas
que me hacían
sentir
pequeño frente a
aquello,
lleno de desazón,
pensando que eran
niños
llorando sin
consuelo
perdidos sin
remedio
en esa inmensidad.
El celo de los gatos paso ya, no?
ResponderEliminarYo al mío lo castre antes de que pasar el primer celo, pero aún recuerdo el de otros datos que tuve
besos