Esta
mañana, cuando comenzó a levantarse la niebla, escuché unos trinos conocidos
que venían a agregarse a la algarabía de la legión de gorriones que habita en
el jardín durante el invierno: era el jilguero que, después de su retirada a
finales del verano, ha vuelto por sus fueros para marcar el territorio donde
ubicará su nido en la ya próxima estación primaveral.
Todos
los años hay unas ocho o diez parejas de jilgueros, amén de otras tantas de
verdones, camachos y chamarines, que anidan en los árboles y el seto del jardín
llenando con sus trinos el aire de los cálidos días de la primavera y el estío.
En
definitiva, ya está aquí el jilguero que proclama a los cuatro vientos la
despedida del invierno.
Muy rápido llega pero hay ganas de que se vaya el frío.
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