sábado, 1 de diciembre de 2012

A oscuras



A tientas buscó el interruptor y, cuando lo pulsó, sonó un leve chasquido pero no se hizo la luz. Siguió tanteando infructuosamente la oscuridad absoluta que reinaba en la estancia pero no se rindió y obtuvo el premio que ansiaba desesperadamente: sí, allí estaba ella reposando en el lecho donde la dejó hacía ya varios días.
Acarició su cuello suavemente sin producir ni el más mínimo ruido y siguió descendiendo lentamente para siluetear sus curvas deliciosas sintiendo que su suavidad le penetraba hasta lo más profundo. La tomó en sus brazos y, con el sentimiento a flor de piel, volvió a pulsar sus cuerdas para estremecerse con su melodía como pasaba siempre que la abandonaba por un tiempo.

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