domingo, 6 de enero de 2013

Un cuento infantil



Siempre que contaba un cuento ponía una voz especial para interesar más a sus pequeños oyentes:
─ La noche era negra y oscura como la boca de un ogro…
─ ¿Por qué las bocas de lo ogros son negras, mamá? ─ preguntó el más pequeño.
La madre hizo una pausa pero no contestó, miró al hijo de soslayo y continuó con su historia:
─ … los árboles del bosque eran sombras amenazadoras apenas perceptibles…
─ ¿Por qué eran amenazadoras si eran sólo árboles? ─ volvió a interrumpir el mismo.
La madre entornó los ojos y en un alarde de infinita paciencia continuó el relato:
─ … y entre la espesura brillaban feroces los ojos del cazador que acechaba escondido el paso de su inocente presa…
De nuevo la voz del hijo la interrumpió:
─ ¿Y por qué era feroz?
Ella, decidida a no enfadarse, respondió saliendo de la lobera:
─ Mañana, si estás calladito, te terminaré de contar el cuento de “El Cazador feroz y los siete lobeznos”

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