El otro
día me dí cuenta de hasta donde pueda influir la crisis y es que se nota hasta
en los detalles más insospechados. Pongamos un ejemplo:
Antes,
quiero decir hace unos años, ibas un domingo por la “Avenida de Santa Ana” y
encontrabas aparcamiento fácilmente pues la gente salía al campo o a cualquier
otro lugar y movía su coche sobre todo durante los fines de semana, ahora no,
ahora los coches tienen ya hasta telarañas en las ruedas de estar estacionados
siempre en el mismo lugar y los que llegamos desde fuera no encontramos
aparcamiento ni a la de tres y tenemos que llevar el coche al quinto pino por
no decir a la “Avenida de Aulio” o a la de “El Greco” como mínimo y no digamos
en las calles del centro o en el “Río Seco” e incluso en “el Paseo” donde hay
que irse cerca del río para poder estacionar y es que en Palma el asunto de la
saturación de coches es una realidad que nos está fastidiando, sobre todo, a
los que vivimos fuera de la ciudad y tenemos que usar el coche para venir a
resolver asuntos, a comprar o a tomar una cervecita que de todo quiere el
cuerpo.
Después
de darle mil vueltas a la cabeza y de pensar en posibles ubicaciones de
parkings que pudieran suavizar este problema, se me ocurrió una solución
perfecta: yo me
voy a ir a vivir a una película porque en ellas nunca hay problemas de
aparcamiento.
¿o no?
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