miércoles, 21 de enero de 2015

Curiosa venganza



Cada vez que no se sabía la lección, su maestro le pegaba con la palmeta o con la varita de olivo y él no ponía mala cara aguantando estoicamente sin quejarse, pero ni así conseguían que estudiara y es que Hermenegildo era un chaval de lo más rebelde. Hasta que un día, ¡Oh sorpresa!, Hermenegildo no falló ni una sola de las preguntas que le hizo don Artemio (que así se llamaba el educador), ni siquiera aquellas que tenían trampa: había decidido vengarse del maestro.

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