Se secó su
existencia de repente,
se le paró el
reloj.
Sumido en
depresiones, impotente
para seguir
teniendo una ilusión,
quiso buscar dentro
de sí, impaciente,
la llama viva del
amor,
pero se vio tan
solo y tan vacío,
tan desierto, tan
yermo,
tan temeroso de
afrontar su sino,
que sucumbió a la
tentación
de no buscar ayuda
ni consuelo
y, sin pensarlo
más,
tomó una aciaga
decisión
y asesinó a su
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario