Cuando la tarde se
encamina hacia el crepúsculo
que pinta de color
el horizonte,
es momento de
recordar el día
que está a punto de
irse y es entonces
cuando
reflexionamos valorando
lo que dejamos de
hacer y lo que hicimos.
Es una cavilación
que nos aporta
satisfacciones y
también algún reproche
que nos obligue a
cambiar tal vez el rumbo
de todo lo que
hacemos u olvidamos.
Oportuno y simple
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