lunes, 11 de marzo de 2019

Mis crónicas de Palma: entrega número dieciocho


De mis años en el Instituto Antonio Gala recuerdo con especial cariño los que estuve a cargo del Proyecto de Educación Compensatoria y así desde el curso 2005-2006 hasta el 2009-2010 me dediqué en cuerpo y alma a la tarea de recuperar alumnas y alumnos que se estaban quedando fuera del sistema pero aún podrían reinsertarse.
Cada curso fueron quince o dieciséis escolares repetidores de segundo curso de la E.S.O. quienes trabajaron conmigo utilizando técnicas diferentes a las de sus excompañeros pero que pretendían el mismo objetivo: alcanzar los conocimientos necesarios para pasar al segundo ciclo de la secundaria obligatoria.
El éxito de esta actividad fue (o al menos yo así lo percibo) suficientemente importante como para que tanto ellas y ellos como yo estemos satisfechos con el resultado como me lo han confirmado cuando después de varios años nos hemos vuelto a encontrar. Aquello, por así decirlo, fue como revivir los años de la experimentación de la Reforma Educativa en el Colegio Séneca pero con ciertas notas distintivas como el hecho de que juntos abordamos las áreas fundamentales y sólo cambiaban de profesor para Educación Física, Plástica y Tecnología.
Estando en esto me llegó la jubilación que tuve que coger a los 61 años por causas familiares que no son del caso.



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