jueves, 14 de marzo de 2019

Mis crónicas de Palma: vigésima primera entrega


Una de las actividades más originales e interesantes que se pusieron en práctica durante los cursos en los que se experimentó la Reforma Educativa en el Colegio Séneca fueron la Acampadas de las que guardamos un gratísimo recuerdo tanto escolares como docentes.
Las acampadas trataban de cumplir diversos objetivos, por una parte eran un entorno ideal para favorecer las relaciones interpersonales de alumnas y alumnos fuera del escenario del centro educativo, y, por otro, realizar acciones que consiguieran un estudio del medio en vivo y en directo y desde distintos puntos de vista: social y natural y, en este caso, estudiando la flora, la fauna y el terreno donde se desarrollaba cada ecosistema.
Hicimos acampadas en Cazorla, la Sierra de Ronda, la de Grazalema, Sierra Morena y la costa de Huelva entre otros lugares.
Había dos modalidades de acampada, una de fin de semana para los de sexto de E.G.B. y otra de cinco días de duración para los de séptimo y octavo. En la de fin de semana sólo se aprendía a montar y desmontar las tiendas de campaña, realizar una marcha de rastreo y un fuego de campamento.
Estoy seguro que aquellos y aquellas que lean estas líneas recordaran con alegría y emoción sus acampadas.

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