martes, 10 de octubre de 2017

El misterio del sobre clavado en la puerta




Timoteo Timor miró el sobre que le acababa de entregar su secretaria:
- Pepita, dice Vd. que lo ha encontrado clavado en la puerta, ¿verdad?
- Sí señor, clavado con una chincheta de color rojo por más señas.
- ¿Y en el buzón que está en el portal no había nada?
- Nada de nada, bueno sí, había un panfleto de propaganda.
- Se puede saber qué anunciaba (Aquello parecía un interrogatorio en un juicio)
- Pues sí, se puede saber…
- Pues dígamelo sin más dilación, señorita.
- Anunciaba ataúdes y recipientes para guardar cenizas, era el anuncio de una funeraria.
El abogado hizo un gesto de extrañeza y se dispuso a abrir el sobre. Sacó el papel que había dentro y leyó… La sangre huyó de su semblante que se volvió cerúleo, su corazón comenzó a palpitar como si se tratase del galope de un caballo de carreras, sus ojos se dilataron tanto que parecían querer salirse de sus cuencas, en definitiva, se le puso una cara de besugo de mucho cuidado… Intentó tragar saliva pero su boca estaba seca como un desierto y sólo consiguió atragantarse. A continuación entró en un mutismo que le duró más de dos horas. En ese lapso de tiempo observó cómo su secretaria recogía lo que tenía encima de la mesa y se marchaba sin decir ni pío. Se levantó para ir al baño. Un sudor frío bañaba su cara y cuando se miró en el espejo se asustó de su propio aspecto. Se lavó la cara y las manos y se mojó el cabello como si quisiera refrescarse las ideas.
Volvió al despacho, cogió la funda sobaquera que reposaba en el perchero, se la ajustó y colocó en ella la pistola que guardaba en un cajón de la mesa después de comprobar que estaba cargada. Tomó de nuevo el sobre en sus manos y releyó el mensaje que contenía: “En el buzón tienes la propaganda”. Comprobó que el teléfono tenía línea, observó a través de la mirilla y apagó las luces para después situarse junto a la ventana. Un ruido a su espalda le hizo volverse como si tuviera un resorte y echar mano a su pistola…
Las luces se encendieron de pronto, el ratón corrió a esconderse en su agujero y la araña comenzó a darse un festín a cuenta de la mosca, Pepita, con una tarta en las manos y rodeada de sus mejores amigos comenzaron a entonar el “Cumpleaños feliz” y él con un gesto indescriptible en la cara, mitad de espanto y mitad de felicidad, soltó la pistola encima de la mesa…

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