Ayer a
las doce de la mañana aproximadamente se cumplieron treinta y ocho años del día
que Martina y yo nos casamos. Fue un día de calor de esos que se recuerdan
durante mucho tiempo y nos pasamos la “noche de bodas” cada uno en una de las
terrazas que tenía el piso que alquilamos en Córdoba para vivir.
Lo más
sorprendente del caso es que Martina siga soportando los múltiples defectos que
me adornan y, sobre todo, mi falta de afición por la cocina. Yo trato de
compensarla en lo posible con mis “habilidades” en el campo de la jardinería y
produciendo productos hortícolas pero sé
que esto no es comparable al intenso trabajo de llevar una casa que durante
bastantes años compatibilizó con su trabajo en la escuela.
Espero
que no se canse y dentro de doce años celebremos las “Bodas de Oro”.
Es bonito, ese es el amor de verdad...
ResponderEliminarOs queda muy poquito, seguro que sí llegáis.
Un beso.
Nunca es tarde para acercarse al mundo culinario. Sorpréndela con una exquisita receta típica del Valle de los Pedroches......
ResponderEliminarHermoso, son complemento y seguro se celebran las bodas de oro.
ResponderEliminarUn placer conocer tu espacio, besos
Muchas felicidades, vuestro amor es eterno.
ResponderEliminarUn beso.
¡Enhorabuena! Yo espero llegar con alguien, algún día a diez.
ResponderEliminarAunque sea tarde, por habernos cogido este evento de viaje por el fresco norte peninsular, os deseo ¡Felicidades!
ResponderEliminarTe he seguido a través de tus fotos. Gracias
Eliminar