Nunca
pensó que algo parecido pudiera sucederle a él y, sin embargo, estaba inmerso
en una, por así llamarla, “aventura” de la que no podía adivinar en modo alguno
el desenlace.
Lo que
más le molestaba era que después sirviera de pitorreo a todas sus amistades
porque el asunto era de lo más ridículo que pudiera imaginarse y, además, la
situación se iba haciendo poco a poco ingobernable por no calificarla de
impredecible y es que no había manera de abrir la puerta del WC y “el enemigo”
estaba ya a las puertas.
El enemigo a las puertas, y uno en ese brete..., qué buen comienzo para una escena delirante o peor aún.
ResponderEliminarUn saludo
JM