─¿No me vayas a decir que es una locura? Por mucho
que lo intentes no me vas a convencer.
─No, si yo no digo que sea una locura, es lo
siguiente.
─Pues vaya amigo que tengo…
─Y, sobre todo, no esperes que te preste mi ayuda.
─Eso ya me lo suponía, pero al menos tu comprensión…
─Pero cómo quieres que te comprenda si no me cabe en
la cabeza.
─Y eso que la tienes bien grande.
─Déjate de bromas que el asunto merece que lo
tratemos con seriedad.
─Con seriedad, con seriedad… sabes que eres un muermo,
que no tienes ni un mínimo de iniciativa…
─¿Y a eso le llamas tú tener una iniciativa?
─¿Y qué es según tú?
─Pues una barbaridad.
─Entonces ¿no me vas a ayudar a fumarme mi último
cigarrillo?
─De acuerdo, te ayudaré, pero sólo si te quitas la
cuerda del cuello.