La niebla mañanera nos saluda
cuando abrimos de nuevo la ventana,
como hebras de algodón que se quedaron
a vivir colgadas de los árboles.
Sólo creemos ver allá a lo lejos
el paisaje que tanto conocemos
pero hoy tenemos que crearlo
porque ya no podemos percibirlo.
¿Quién sabe lo que puede durar este velado
que no deja entrever las realidades?
¿Quién sabe si será ya permanente
el mirar y no ver de esta ceguera?
Quien sabe…
No hay comentarios:
Publicar un comentario